Cuando alguien oye hablar de Burgos piensa en tres imágenes:
el Cid, la morcilla y su catedral. Parece sencillo pensar que esta técnica
puede ser utilizada en cualquier lugar del mundo para describir su cultura,
pero nada más lejos de la realidad.
Un ejemplo claro de necio es aquel que se limita a mirar las
puntas de lanza del enemigo sin echar un vistazo a al bastón que las sujetan,
ya que finalmente puede que sean éstas las que acaben con su vida. Esta metáfora
viene a explicar lo que define la cultura de un pueblo, y es todo aquello que
se deja en segundo plano, y se desperdicia sin conciencia, cuando en la
realidad es lo que le da fondo a éste.
Uno de los ejemplos claros de esta “cultura de segundo
plano” que Burgos atesora es la iglesia de las Salesas, un edificio religioso
que, en cuanto a belleza y estilo, poco tiene que envidiar a la catedral
burgalesa.
La iglesia de las Salesas es un templo construido por las
hermanas Salesas poco después de su conformación como comunidad hacia finales
del siglo XIX, concretamente en 1901. La mayor parte del año está cerrado al
público, ya que en él donde las hermanas van a orar durante el día, labor a la
que su congregación está enteramente entregada, pues ésta está dedicada al
Sagrado Corazón de Jesús.
Más allá de la labor espiritual de esta congregación, lo
cierto es que el diseño que el edificio presenta tanto en su interior como en
su exterior es bien digno de ser considerado divino, ya que describe con moldes
contundentes el cuidado de lo que fue el arte gótico: La disposición de las
entradas de luz, las decoraciones florales de sus chapiteles, su retablo
pétreo, todo entra directamente de los ojos al corazón.
Es una visión sino sobrecogedora, bonita, que se corona con
la música de un órgano sonando sobre las cabezas de quienes se acercan a
escuchar misa, orar o simplemente contemplar.
Queda sobradamente demostrado que el trabajo hecho por sus
arquitectos es bien merecedor de un reconocimiento cultural notorio. Es por
ello por lo que creemos que la justificación a esta falta de reconocimiento
social viene de la mano del hecho de que no sea parroquia, sino iglesia
propiedad de una congregación religiosa.
Al comienzo de su construcción, el proyecto prometía una
iglesia abierta al público. Pero esto cambió, y ahora sólo es posible visitarlo
las vísperas del primer viernes de cada mes en horario de misa. Para aquel que
nunca haya oído hablar de esto y la haya visitado es una buena oportunidad para
hacerlo, ya que puede.
En cambio, el que ya haya visto por dentro coincidirá en que
la iglesia de las Salesas es solo uno de los tantos ejemplos de arquitectura
escultórica que nos podemos encontrar en una ciudad: iglesias, murallas,
torres, edificios civiles y edificios públicos no tienen por qué ser iconos
para ser verdaderas obras de arte, todo depende de con qué ojos, y con qué
cabeza los mires.
No existe cultura de primera o de segunda, existen visiones
de primera y visiones de segunda.
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