analista del contexto
de desarrollo
de desarrollo
de la comunidad de
religiosas de la
Visitación de Burgos.
religiosas de la
Visitación de Burgos.
Aunque hayan pasado ya veinte años desde la celebración del
centenario de la formación de la comunidad de Monjas de la Visitación de
Burgos, el recuerdo perdura en la memoria las Hermanas que en 1992 tuvieron la oportunidad
de participar en el evento, y a día de hoy mantienen el espíritu con el que en
su día conmemoraron los cien años de Salesas.
Fue un 21 de febrero de 1892 cuando se hizo oficial: Las
Hermanas de la Visitación de Burgos se iniciaban como comunidad religiosa. Cien
años después, sus sucesoras prepararon una celebración por todo lo alto: Tres
días de ofrendas y el ofrecimiento al Sagrado Corazón de Jesús.
Hasta allí acudió el arzobispo y el Coro Parroquial “Santa
María la Real y Antigua”, quien interpretó el himno “Te Deum”, original de
Aniceto de Remesiana. Pero lo que realmente animó el momento fue la
representación teatral que las monjas dedicaron a su Madre Fundadora, en la que
recrearon su vida y obra.
Como anécdota, recuerdan que en el momento de la escenificación
de la muerte de Sor Serafina Lemery alguien llamó a la puerta del convento, y
ese alguien resultó ser la mujer del alcalde, quien les llevó un ramo de rosas.
De este modo, el ramo de rosas sirvió como colofón final al recreado entierro,
y a la gran ceremonia.
Las celebraciones que las monjas Salesas celebran durante el
año no son pocas, y generalmente se admiten la participación de todo el que
quiera. La última ha tenido lugar el pasado 1 de mayo, en una misa que se
celebra la víspera del primer viernes de cada mes, y en la que se reza el Santo
Rosario a la Vírgen.
Otra de las celebraciones esperadas es la dedicada a la
Pasión de Cristo, y la celebran en un total de tres días, una semana después del
domingo de Resurrección, en los que se elabora un programa de misas especial,
con rezos y corales invitadas para la ocasión. Este año han participado el coro
del convento, una pareja de canto y la coral de la Catedral.
Este es el carácter de las Hermanas Salesas, una orden que,
siendo de clausura, abren sus puertas a los ciudadanos para que disfruten con
ellas de las celebraciones cristianas. Con trabajo nos ofrecen sus pastas, y
con una sonrisa nos enseñan el valor que tienen como congregación para el
barrio, dándole una vida y ambiente que no da el Ayuntamiento.
Así es como una congregación religiosa creo debe
relacionarse con su entorno, ya que viven de él. Es por esto que estas monjas
son un buen ejemplo a seguir para aquellas semejantes que no ejerzan un
contacto activo con su barrio: Hacer encargos de ropa, dulces y misas abiertas
ayuda a que el convento se apoye en la sociedad en caso de necesidad, y ayuda a
ésta a aprender disfrutando de la cultura que le rodea. Todos salimos ganando: una
costumbre así debe perdurar en el tiempo y ser común para todos.
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